Sevilla, septima corrida del abono abrileño de dos mil once. Esa es la fecha y el lugar en la que se escribió otra página en la historia del toreo. Esa historia bordada en hilos de oro, de gloria, de sacrifio, de sangre, de vida y de muerte. Esa historia que solo, los mejores pueden firmar.
Si fué Joselito el que se adelantó a todos y cortó la primera oreja en la Maestranza (adelantandose al "niño mimado de los maestrantes", el gran Belmonte), ha sido un alicantino el primero en indultar un toro en el coso del Baratillo.
No ha sido el primer animal indultado en Sevilla. Ya en 1965, "laborioso" del Marqués de Albaserrada, obtuvo el premio de la vida de manos del novillero Rafael Astola. Pero el primer toro, ha sido "arrojado", de Nuñez del Cuvillo, de 500 kilos de peso, indultado por José Maria Dolls Samper "manzanares".
En el aspecto técnico, fué un toro muy bravo, con la gran virtud de una extraordinaria nobleza, magnifica fijeza y pronta embestida. ¿defectos? claro que también los tenía: en banderillas se fué a la puerta de toriles, y aunque durante la faena olvidó esa fea mania, al final volvió a su querencia y embistió los úlitmos muletazos en aquella situación. ¿El torero? derrochó inteligencia, temple y buen gusto. Lo peor, sin duda, la manía de no cargar la suerte con la muleta. Me explico, cuando uno escucha a los toreros antigüos hablar, la primera virtud que nombran siempre es la de "echar la pata pa´ lante", ahora la "pata" se esconde. Grave defecto que todos, incluido Manzanares, deben corregir.
Enhorabuena al torero, al ganadero, y al toreo, que ha escrito otra página de su historia.
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