jarte callejero

Este fenomenal video de arte callejero ya fue publicado en este mismo blog el año pasado. Pero como me encanta... aquí lo teneís de nuevo.

Pido perdon por las repeticiones!!!

viernes, 26 de diciembre de 2008 3 Comments

El día 22...

Esto, y no otra cosa, es lo que me anuncia la llegada de esta época a la que la gente llama Navidad.

Trae recuerdos este anuncio, ¿verdad?

domingo, 21 de diciembre de 2008 5 Comments

¡¡¡¡ Morante en la de Victorino !!!!

Saltó la sorpresa. Jose Antonio Morante Camacho, "Morante de la Puebla", reta al Cid en su terreno, en su casa, con la de Victorino, para la próxima feria de abril en la Real Maestranza de Caballerias de Sevilla.

Es un hecho notorio que la temporada recién finalizada a supuesto para el torero de la Puebla un fracaso, tanto artístico, como en cuanto a las expectativas que había despertado en las taquillas. Buscando que cada actuación fuera un acontecimiento, el acontecimiento lo fue en las dos o tres veces que, durante toda la temporada, acabó el papel (a saber, Madrid, Sevilla, el Puerto, Bilbao, y no creo que se me escape ninguna más).

Ahora de nuevo, su nombre está en la boca de los aficionados, primero por apuntarse a una corrida tan exigente como es la de Victorino, pero más aún, por hacerlo contra (que no con, que para eso es un mano a mano) el gran especialista en la materia, el torero de Salteras, Manuel Jesus Cid Salas.

Pronto empieza este año la batalla, y como el propio Morante ha dicho: "para mi, esto es una gesta".

viernes, 19 de diciembre de 2008 2 Comments

¿Va ustéd comodo señor toro?

Sabemos que hoy día, los toros se transportan en grandes camiones con espacio para ocho toros, y nos decian los antiguos que antiguamente los toros viajaban a pie junto a los vaqueros que los custodiaban... pero ahora sabemos que no!!!

Antiguamente los toros viajaban en mercedes!!!!

domingo, 14 de diciembre de 2008 3 Comments

En el camino de vuelta...

En el camino de vuelta "a los corrales", intenté consolarme (no lo conseguí) con los hermosísimos paisajes que se esconden en la olvidada extremadura.

Llovía muchisimo, el día era desapacible, pero las vistas bien merecian detenerse un instante.

La niebla también era muy densa.

Esto algún día fue un puente. Romano supongo.

martes, 9 de diciembre de 2008 Leave a comment

¿Y por qué siempre en parabolas?

Tenía otra entrada preparada para hoy, pero mi estado de animos, me hace improvisar unas nuevas letras. Es uno de esos días en que me apetece darle vueltas al coco, en silencio, con el menor número de personas a mi alrededor posible. ¿a vosotros también os pasa de vez en cuando?

En estos días, casi siempre recurro al mismo "libro". He estado ojeando y releyendo distintos capitulos, y al final me he decidido por reproducir la respuesta a "por que este hombre hablaba tan raro".


Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron:

¿Por qué les hablas por parábolas?

El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos;

mas a ellos no les es dado.

Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más;

pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.

De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:

De oído oiréis, y no entenderéis;

Y viendo veréis, y no percibiréis.

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,Y con los oídos oyen pesadamente,

Y han cerrado sus ojos;Para que no vean con los ojos,

Y oigan con los oídos,Y con el corazón entiendan,Y se conviertan,Y yo los sane.

Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron;

y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Mateo 13, 10 - 17

lunes, 8 de diciembre de 2008 1 Comment

Tres avisos y de vuelta a los corrales

Emocionadísimo me encaminaba el sabado por la tarde a coger el coche para asistir a la mañana siguiente, junto al matador de toros Curro Vivas, a un tentadero en la mitica ganadería de Victorino Martín.
Mi gozo en un pozo, y la lluvia, tan necesaría como molesta en la mayoría de los casos, suspendió el tentadero y estos de abajo, son los unicos cornúpetas que ví.
Salí realmente molesto. ¿que le vamos a hacer?

domingo, 7 de diciembre de 2008 2 Comments

Una historia sorprendente: Robert François Damiens


Esta tarde, con objeto de una conferencia de Derecho Internacional Privado, ha llegado hasta mis oidos la historia de un desgraciado llamado Robert François Damiens. Damiens fue soldado, y después fue servidor en un colegio de Jesuitas de París, del que fue expulsado por su mala conducta. Sirvió después como doméstico en casa de muchos consejeros del Parlamento de París, entre ellos algunos de los que tenían más inquina al rey.


Robert era corpulento, de corta estatura y moreno, tenía una nariz aguileña y su cara tenía las marcas de la viruela. Abandonó a su mujer y a su hija.


Cuenta la historia de este pobre hombre, que el miércoles, 5 de febrero de 1757, el Rey francés, Luis XV visitó a su hija, Madame Victoire, que se encontraba en cama en Versalles. Cuando volvía a su carroza, Damiens, tapándose el rostro con el sombrero, se abrió paso entre la guardia, cogió al rey y le hirió. Luis XV pensó, en principio, que había recibido un puñetazo, pero enseguida vio que sangraba por un costado. La guardia cogió a Damiens y el rey exclamó entonces: ¡"Apresadle, mas no lo matéis"! El rey fue llevado a sus habitaciones y fue atendido por su cirujano que se encontraba en Versalles.


El arma empleada era una navaja de dos filos que se encontró en el bolsillo de Damiens, medía 81 mm. La herida, se encontraba entre la cuarta y quinta costillas del lado derecho. Las numerosas capas que llevaba el rey, necesarias a causa del riguroso invierno, habían amortiguado la penetración de la navaja. Martiniére, primer cirujano, examinó la herida: ningún órgano importante estaba afectado. Se trataba, en consecuencia, de una herida leve, a menos que el filo hubiera sido emponzoñado con anterioridad, por precaución, y dado que ese era el remedio universal de la época, se le practicaron, al rey, dos sangrías. Un cortesano, acercándose al prisionero que estaba en la sala de la guardia, le interrogó, Damiens gritó: "No, juro por mi alma, que yo no he sido".


Cuando Damiens fue apresado por la guardia gritó: "Que se aprese a M. el Delfín", con el fin de distraer la atención. Se pensó, sin embargo, en la existencia de unos cómplices o de una conspiración. El guardia de Sceaux, Machaut d’Arnouville, llegó a Versalles poco tiempo después y ordenó se torturara a Damiens. Se le aplicaron, en los pies, unas pinzas al rojo vivo que le quemaron el talón de Aquiles, sin conseguir que hablara. Al día siguiente, Damiens, fue llevado a la cárcel.


En París se había producido una gran agitación, el pueblo acusó, en primer lugar, a los ingleses, después a los Jesuitas. Luis XV opinaba, sin embargo, que el atentado había sido un hecho aislado y declaró, seguidamente, que él perdonaba al autor. Luis XV hubiera preferido que se le impusiera una pena simbólica por una herida benigna. Trató de mantener la discreción sobre lo ocurrido y se negó a que se cantara un Te Deum por su curación. Legalmente el crimen de Damiens quedaba a cargo de la policía de la residencia real. Sin embargo, como se trataba de una tentativa de regicidio, es decir, de un crimen de lesa majestad, las primeras medidas dictadas por el Delfín fueron las de convocar una comisión de consejeros de Estado y jueces. El Abad de Bernis, adujo que el pueblo concebiría, por ello, algunas sospechas y abogó por la intervención del Parlamento de París.


El 15 de enero, las lettres patentes ordenaron que Damiens fuera juzgado por la gran cámara del Parlamento – en lugar de la Tournelle, sala ordinaria de las audiencias criminales. La acusación fue la de regicida. Luis XV precisó en un preámbulo:


Los sentimientos religiosos nos invaden y los movimientos de nuestro corazón nos inducen a la clemencia. Pero nuestro pueblo, al que pertenece nuestra vida más que a nosotros mismos reclama, de nuestra justicia, venganza de un crimen cometido contra la vida que nos deseamos conservar para vuestra felicidad.


En la noche del 17 al 18 de enero, Damiens fue llevado a la Conciergerie – en la que Ravaillac había estado encarcelado. Como quiera que Damiens había intentado suicidarse cortándose los genitales, fue atado a su lecho por medio de unas correas de cuero que le apresaban los brazos y las piernas.


El proceso se abrió el 12 de febrero. En él se demostró que Damiens era el único autor del hecho y preguntado sobre los motivos que lo indujeron a ello, respondió: "Si yo no hubiera entrado nunca en las salas del palacio, y no hubiera servido a las gentes de espada, yo no estaría aquí". Diez audiencias se efectuaron el 26 de marzo. Damiens fue condenado a muerte. A la pena más cruel que se aplicaba: quemado y después descuartizado. Tras oír la sentencia, Damiens exclamó: "El día será rudo".



Oteando por internet, he localizado una descripción de la que fue la última ejecución por regicidio en Francia. Se encuentra en un tratado de Michel Foucault sobre la disciplina y el castigo.



from Michel Foucault, Discipline and Punish: The Birth of the Prison.

Damiens fue condenado, el 2 de marzo de 1757, a "pública retractación ante la puerta principal de la Iglesia de París", adonde debía ser "llevado y conducido en una carreta, desnudo, en camisa, con un hacha de cera encendida de dos libras de peso en la mano"; después, "en dicha carreta, a la plaza de Gréve, y sobre un cadalso que allí habrá sido levantado [deberán serle] atenaceados pecho, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha, asido en ésta el cuchillo con que cometió dicho parricidio, quemada con fuego de azufre, y sobre las partes atenaceadas se le verterá plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiente, cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento".
Finalmente, se le descuartizó, refiere la Gazette d'Amsterdam. Esta última operación fue muy larga, porque los caballos que se utilizaban no estaban acostumbrados a tirar; de suerte que en lugar de cuatro, hubo que poner seis, y no bastando aún esto, fue forzoso para desmembrar los muslos del desdichado, cortarle los nervios y romperle a hachazos las coyunturas...

Aseguran que aunque siempre fue un gran maldiciente, no dejó escapar blasfemia alguna; tan sólo los extremados dolores le hacían proferir horribles gritos y a menudo repetía: 'Dios mío, tened piedad de mi; Jesús, socorredme.' Todos los espectadores quedaron edificados por la solicitud del párroco de Saint-Paul, que a pesar de su avanzada edad, no dejaba pasar momento alguno sin consolar al paciente.

Y el exento Bouton: "Se encendió el azufre, pero el fuego era tan pobre que sólo la piel de la parte superior de la mano quedó no más que un poco dañada. A continuación, un ayudante, arremangado por encima de los codos, tomó unas tenazas de acero hechas para el caso, largas de un pie y medio aproximadamente, y le atenaceó primero la pantorrilla de la pierna derecha, después el muslo, de ahí pasó a las dos mollas del brazo derecho, y a continuación al pecho. A este oficial, aunque fuerte y robusto, le costó mucho trabajo arrancar los trozos de carne que tomaba con las tenazas dos y tres veces del mismo lado, retorciendo, y lo que sacaba en cada porción dejaba una llaga del tamaño de un escudo de seis libras.

Después de estos atenaceamientos, Damiens, que gritaba mucho aunque sin maldecir, levantaba la cabeza y se miraba. El mismo atenaceador tomó con una cuchara de hierro del caldero mezcla hirviendo, la cual vertió en abundancia sobre cada llaga. A continuación, ataron con soguillas las cuerdas destinadas al tiro de los caballos, y después se amarraron aquéllas a cada miembro a lo largo de los muslos, piernas y brazos.El señor Le Breton, escribano, se acercó repetidas veces al reo para preguntarle si no tenía algo que decir. Dijo que no; gritaba como representan a los condenados, que no hay cómo se diga, a cada tormento: '¡Perdón, Dios mío! Perdón, Señor.' A pesar de todos los sufrimientos dichos, levantaba de cuando en cuando la cabeza y se miraba valientemente. Las sogas, tan apretadas por los hombres que tiraban de los cabos, le hacían sufrir dolores indecibles. El señor Le Breton se le volvió a acercar y le preguntó si no quería decir nada; dijo que no. Unos cuantos confesores se acercaron y le hablaron buen rato. Besaba de buena voluntad el crucifijo que le presentaban; tendía los labios y decía siempre: 'Perdón, Señor'.

Los caballos dieron una arremetida, tirando cada uno de un miembro en derechura, sujeto cada caballo por un oficial. Un cuarto de hora después, vuelta a empezar, y en fin, tras de varios intentos, hubo que hacer tirar a los caballos de esta suerte: los del brazo derecho a la cabeza, y los de los muslos volviéndose del lado de los brazos, con lo que se rompieron los brazos por las coyunturas. Estos tirones se repitieron varias veces sin resultado. El reo levantaba la cabeza y se contemplaba. Fue preciso poner otros dos caballos delante de los amarrados a los muslos, lo cual hacia seis caballos. Sin resultado.

En fin, el verdugo Samson marchó a decir al señor Le Breton que no había medio ni esperanza de lograr nada, y le pidió que preguntara a los Señores si no querían que lo hiciera cortar en pedazos. El señor Le Breton acudió de la ciudad y dio orden de hacer nuevos esfuerzos, lo que se cumplió; pero los caballos se impacientaron, y uno de los que tiraban de los muslos del supliciado cayó al suelo. Los confesores volvieron y le hablaron de nuevo. El les decía (yo lo oí): 'Bésenme, señores.' Y como el señor cura de Saint-Paul no se decidiera, el señor de Marsilly pasó por debajo de la soga del brazo izquierdo y fue a besarlo en la frente. Los verdugos se juntaron y Damiens les decía que no juraran, que desempeñaran su cometido, que él no los recriminaba; les pedía que rogaran a Dios por él, y recomendaba al párroco de SaintPaul que rezara por él en la primera misa.

Después de dos o tres tentativas, el verdugo Samson y el que lo había atenaceado sacaron cada uno un cuchillo de la bolsa y cortaron los muslos por su unión con el tronco del cuerpo. Los cuatro caballos, tirando con todas sus fuerzas, se llevaron tras ellos los muslos, a saber: primero el del lado derecho, el otro después; luego se hizo lo mismo con los brazos y en el sitio de los hombros y axilas y en las cuatro partes. Fue preciso cortar las carnes hasta casi el hueso; los caballos, tirando con todas sus fuerzas, se llevaron el brazo derecho primero, y el otro después.
Una vez retiradas estas cuatro partes, los confesores bajaron para hablarle, pero su verdugo les dijo que había muerto, aunque la verdad era que yo veía al hombre agitarse, y la mandíbula inferior subir y bajar como si hablara. Uno de los oficiales dijo incluso poco después que cuando levantaron el tronco del cuerpo para arrojarlo a la hoguera, estaba aún vivo. Los cuatro miembros, desatados de las sogas de los caballos, fueron arrojados a una hoguera dispuesta en el recinto en línea recta del cadalso; luego el tronco y la totalidad fueron en seguida cubiertos de leños y de fajina, y prendido el fuego a la paja mezclada con esta madera.

...En cumplimiento de la sentencia, todo quedó reducido a cenizas. El último trozo hallado en las brasas no acabó de consumirse hasta las diez y media y más de la noche. Los pedazos de carne y el tronco tardaron unas cuatro horas en quemarse. Los oficiales, en cuyo número me contaba yo, así como mi hijo, con unos arqueros a modo de destacamento, permanecimos en la plaza hasta cerca de las once.

Se quiere hallar significado al hecho de que un perro se echó a la mañana siguiente sobre el sitio donde había estado la hoguera, y ahuyentado repetidas veces, volvía allí siempre. Pero no es difícil comprender que el animal encontraba aquel lugar más caliente.


El 29 de marzo, se ordenó que la casa natal del regicida fuera arrasada con la prohibición de volver a edificarla. Su mujer, su hija y su padre fueron expulsados del reino, bajo pena de muerte inmediata en caso de regreso.

viernes, 5 de diciembre de 2008 17 Comments

Resuelta la gran duda

¿OS HABEIS PREGUNTADO CUANTO MIDE EL CAMPO DE OLIVER Y BENJI?

Para responder a esta pregunta, que a todos nos ha agobiado en alguna ocasión, hemos de recurrirr a la ciencia. En primer lugar vamos a calcular la distancia a la que se ve el horizonte, y para ello basta un poco de trigonometría: El radio de la Tierra es 6327 Km. El radio de la Tierra más la altura del observador (imaginemos 1'70 m, a pesar de ser japoneses, y por tanto pequeñitos), y la línea que va de los ojos del observador al horizonte forman un ángulo rectángulo.
El ángulo al centro de la Tierra resulta ser alfa. De aquí se puede deducir la ecuación: 6378Km=6378'0017Km*cos(alfa). De donde se puede obtener el ángulo al centro de la Tierra(alfa). Como final de la parte científica, la distancia del observador a la línea del horizonte se puede calcular como 6378,0017 km * sin(alfa). Una persona de 1´70 metros ve el horizonte de alrededor de 4'5 Km. Teniendo en cuenta que la línea de puerta aparece cuando un jugador está (más o menos) a 3/4 de la longitud del campo, es fácil deducir que Oliver y Benji juegan en un campo de aproximadamente... ¡¡¡ 18 Km de longitud !!!... y ante esto, nos asaltan varias cuestiones ¿Os habéis fijado en cuando Oliver Aton chuta desde su área un balonazo que atraviesa los 18 Km de campo, agujerea la red e incluso la pared del fondo? ¿hacen controles anti-dopaje en Japón? ¿Qué esquema de juego usan el 1-1-1-1-1-1-1-1-1-1-1? ¿Cómo reclaman los defensas "fuera de juego"? ¿Disparando una bengala al aire? ¿Cómo detienen a un jugador lejano? ¿Le disparan? ¿A las piernas, o hasta que se detenga? Si un hincha enfervorecido invade el campo, ¿cómo y cuándo lo pillan? Si un jugador cae a tierra, no se arriesga a morir antes de que lo encuentren? ¿Cómo se puede hacer una obstrucción? Al final del partido, ¿pasa el autobús a recoger a los jugadores, o deben dirigirse solos al vestuario? ¿Cómo sabe el árbitro si los jueces de banda señalan algo? Si uno atraviesa a la carrera todo el campo, regatea a todos, portero incluido, digamos tras un par de horas de carrera, y tira a puerta vacía y falla, ¿qué hace? ¿Se mete un tiro allí mismo? ¿Y cuando descubre que el partido había acabado hace media hora, e incluso había pasado el descanso? Si en un partido se ve más de un gol, ¿pasa a la Historia? Si un jugador llamado por el árbitro escapa para no dejarse reconocer, ¿organizan un equipo de búsqueda? Si un equipo consigue mantener el control del balón durante, digamos, tres cuartos de hora, y un jugador lo pierde, ¿qué le hacen? ¿Mutilación? ¿Cuántos asientos hay en las tribunas?

miércoles, 3 de diciembre de 2008 2 Comments

... Otra vez...


Nada hay en el mundo entero más peligroso que un idiota con una causa. Ya estamos cansados.

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